San Prudencio nos regalaba unos días. ¿Para dónde tiramos?
Tras descartar la primera opción que nos llevaba para Cuenca, nos decantamos por otra alternativa más soleada por tierras extremeñas. Partiendo del pueblo castellano de La Alberca, nos sumergimos de lleno en tierras cacereñas.
Tras un relajado descenso, aparecen las primeras cuestas.
Al menos un acogedor hotelito y un mullido colchón nos espera después de cada jornada.
Cielos despejados no es sinónimo de altas temperaturas.

Aunque no es nuestra ruta, en ocasiones rodamos paralelos a la ruta de la plata.
Hotel-picnic-merendero.

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